Podría ser considerado como el gesto caprichoso de un artista inigualable, la rebeldía de un genio ante sus patrones, los infinitos caminos creativos de un músico sin igual, una forma nueva de combatir el aburrimiento o de estimular la creatividad. Quizás todo eso junto
Lo cierto es que Paul McCartney tiene una idea y se la comunica a los directivos de su compañía musical. Ya se ha consagrado como el genio creativo, junto a John Lennon, de Los Beatles, y ya perfila su carrera solista con grandes discos. Tiene 31 años y está por grabar su nuevo trabajo, y entonces le dice al gerente general de la EMI que le cuente en dónde tienen estudios como para grabar el nuevo disco. Paul recibe el listado y como quien marca un punto en el mapa elige el más exótico de todos.
Los Beatles en 1965 / Commons
El nuevo disco de los Wings, el emprendimiento solista de McCartney, se grabaría en Lagos, Nigeria.
Lo dicho, McCartney tenía 31 años y los Beatles ya eran historia. Con los Wings había encontrado una banda para seguir en la ruta del éxito, por la calidad de sus canciones y por haber encontrado cierto perfil místico que siempre acompañó su carrera.
El nombre de “Wings” para su nueva banda lo había definido algunos años antes, en la guardia del hospital en donde estaba naciendo la segunda hija del matrimonio de Paul y Linda, Stella McCartney (que luego haría una importante carrera como diseñadora de modas). Durante el parto, Linda y Stella tuvieron riesgo de vida, y en ese momento Paul rezaba en la sala de espera. Allí visualizó la imagen de unas “alas” que lo aliviaron. Esas “alas” imaginarias inspiraron la formación para su carrera solista. Nada podría salir mal.
Paul y Linda McCartney / Commons
El lanzamiento de “My love” fue un buen punto de partida, que luego continuaría con “Live and let die”, para la banda de sonido de James Bond. Paul llegó (o mejor dicho, volvió) a los primeros lugares de los ranking. Pero el nuevo disco, que sería uno de los más importantes de su carrera solista, y que cumplió 50 años en 2023, estuvo plagada de inconvenientes.
Para empezar, antes de iniciar el viaje a Nigeria, dos de los miembros de la banda decidieron renunciar. Denny Seiwell (baterista) y Henry Maculloch (guitarrista) abandonaron a los Wings por una mala relación con McCartney, y cansados también de un salario insuficiente.
Para Paul no fue un problema: decidió que él se encargaría de tocar los instrumentos. “Que se jodan, haré un álbum en el que desearían haber participado”, dijo.
Las grabaciones de “Band on the Run” se hicieron entre agosto y septiembre de 1973. Denny Laine fue el guitarrista, Linda McCartney tocó los teclados y Paul hizo el resto: bajo, batería, guitarras, voz y todo lo que hiciera falta.
La primera impresión del estudio de grabación sacudió las expectativas de la banda. La calidad de los equipos distaba mucho del profesionalismo que necesitaban los músicos. Apenas una consola de 8 canales, muy precaria y poco sofisticada. De todas maneras, McCartney decidió seguir adelante. El programa de trabajo indicaba jornadas de grabación de lunes a viernes, y descanso los fines de semana, que aprovecharían para conocer las playas y el centro de la ciudad.
Ya instalados en Nigeria, Linda y Paul salieron a caminar por las calles, sin advertir los riesgos que eso implicaba. Paul creía que su fama era un escudo para todo. Pero la realidad de la grave situación social de Lagos fue contundente: les robaron un bolso que tenía cintas y alguna de las letras de las canciones. Paul le dijo a su entorno que se preocuparan, que tenía las canciones en su cabeza.
Otro capítulo de las complicaciones tuvo que ver con la impugnación que McCartney recibió del artista local Fela Kuti. La gran estrella del género afrobeat no vio con buenos ojos la llegada del Beatle. Lo acusó de querer “robarse” la música tradicional de Nigeria, e incluso fue a los estudios de grabación para hablar con Paul. Según cuentan los testigos del encuentro, no de una manera muy amistosa. Fela Kuti ninguneó la carrera de Los Beatles (“Si no tocaron en Africa no pueden decir que son la banda más grande del mundo”) y aún así, McCartney hizo lo que no hubiera hecho en otra situación: le mostró todas las canciones para que comprobara que las grabaciones no tenían nada que ver con la música popular africana. Casi una prueba de vida.
Por último, durante las grabaciones, Paul sufrió un desmayo, producto del cansancio y el stress que le generó el trabajo. También tuvo que ver la gran cantidad de cigarrillos que fumó durante el trabajo, que le generaron un severo broncoespasmo.
Desde entonces, decidió dejar de fumar.
El disco es una obra cumbre de la carrera solita de McCartney, con canciones que todavía sigue tocando en vivo, como “Jet”, “Let me Roll it” o la que da nombre al disco, “Band on the Run”. Incluso John Lennon, que por entonces no solía hablar bien de su ex compañero de banda, lo elogió. “Band on the Run es un gran álbum”, le dijo a la revista Rolling Stone no mucho después del lanzamiento del disco. “Los Wings cambian todo el tiempo. No importa quién esté tocando. Podés llamarlos Wings, pero es música de Paul McCartney, y es algo bueno”.
A la luz de la experiencia, el comentario también puede extenderse para las condiciones de grabación. No importa en qué lugar del mundo se encierre Paul McCartney a grabar un disco. El resultado siempre será excelente.