Autoclub n° 249 Personaje ACA

Socias del ACA: Susana Giménez, el “shock del éxito”

Pasó algunos años de infancia en una escuela pupila. Se recibió de maestra, pero la necesidad de un mejor pasar económico la impulsó a trabajar como modelo. A fines de los años ’60 protagonizó la campaña del jabón Cadum y su “shock” la hizo saltar a la fama. Convertida en súper estrella de la televisión de nuestro continente, hoy Susana se sienta al volante y responde el Ping Pong de Autoclub.

Es una de esas personalidades que no necesita mucha presentación. Su nombre es suficiente para saber de quién se trata, pero si hacemos un breve repaso por la vida de Susana Giménez, lo primero que se desmarca es su origen de clase media, ajeno al mundo del espectáculo. Nada hacía imaginar que esa nena que nació y creció en una típica familia de clase media de los años ’40, se convertiría en la “gran diva nacional”. Hija de María Luisa Sanders y Augusto “Johnny” Giménez Aubert, estudió en el colegio Quilmes High School y La Anunciata. Pasó tres años pupila por decisión de su papá. Tras el nacimiento de Susana, la familia se conformó con la llegada de su hermano Jorge, dos años menor. Jorge murió prematuramente en 1996. Los años le darían a Susana otros tres hermanos, por parte paterna: Patricio, Carolina y Federico.

 

Se casó a los 18 con Mario Sarrabayrouse, con quien tuvo a su única hija, Mercedes. Sin embargo, el matrimonio duró poco. Mientras tanto, la conductora se recibió de maestra de enseñanza primaria, pero nunca ejerció. Es que las dificultades económicas pronto se hicieron sentir en la vida de la joven madre. Así fue como, a mediados de los ‘60, Susana se acercó al mundo del modelaje. Su simpatía, su llamativa figura de 1,70 m. de altura la hacían una candidata ideal y en la agencia de Héctor Cavallero tuvo su primera oportunidad. En 1967 fue portada de Revista Gente, bajo el título: “Susana Giménez ‘mató’ en Mau-Mau”. Susana había hecho furor en la famosa discoteca porteña.

La máquina se había puesto en marcha y en 1969, le llegó la publicidad que la convirtió en una figura. Fue la cara de la publicidad de jabón Cadum, y su “shock” se volvieron su sello.

Empezaron los ‘70 y, con ellos, su camino televisivo.

Se incorporó al ciclo Matrimonios y algo más, ganó su primer Martín Fierro, como “revelación” y la tele fue el tobogán para entrar al teatro. Un año después, protagonizó Las Mariposas son libres, con Rodolfo Bebán y Ana María Campoy.

El cine estaba a la vuelta de la esquina y en 1974 fue convocada por Daniel Tinayre para la adaptación del libro de Emilio Perina, La Mary. No sólo fue una actuación consagratoria, sino también el rodaje que la unió a Carlos Monzón. Vivieron un apasionado y polémico amor, que los codeó con lo más alto del jet set internacional.

Y, cuando parecía haber llegado a lo más alto, la vida le depararía a Susana Giménez un nuevo desafío y le presentaría al “amor después del amor”. Fue convocada para los musicales Sugar y La mujer del año, con Ricardo Darín y Arturo Puig. Fueron temporadas de sala llena y de un amor que transcurría sin sobresaltos entre las funciones y el tiempo libre.

Aun así, un día el amor que la unió a Ricardo Darín se transformó para siempre: dejaron de ser pareja y se convirtieron en una suerte de “familia extendida” que sumó a Florencia Bas, esposa del actor, y a los hijos de la pareja. En ellos encarnó el sueño colectivo de una pareja que trasciende los rótulos que los unieron para estar unidos para toda la vida.

Como Susana Giménez estaba llamada ser una figura estelar en la historia del espectáculo argentino, aún faltaba un capítulo trascendental en su ascenso.

Por el living de su programa pasaron las grandes estrellas internacionales (de Sophia Loren a Ricky Martin, Antonio Banderas, Viggo Mortensen, Julio Iglesias, Roberto Gómez Bolaños, Verónica Castro, Luis Miguel, Michael Bublé, Plácido Domingo, Diego Maradona, entre otros).

Lo que llegaría después sería su mayor logro profesional. Mientras transitaba la recta final de su pareja con Darín, en 1987 comenzó el ciclo Hola Susana, por la pantalla de ATC (Argentina Televisora a Color), entonces terminó de consolidarse como la “gran diva local”. El programa ponía en contacto telefónico a los espectadores con Susana, con la esperanza de llevarse alguno de los premios (algunos millonarios). Como no había comenzado aún la era de la telefonía celular, los participantes esperaban atentos la llamada de Susana junto al teléfono de línea. Recibía millones de cartas y rompía el rating, con cifras récords.

¿Después? Cambió de pantalla y de nombre de programa. Se casó y se separó de Huberto Roviralta, luego de una relación traumática. La experiencia sirvió para que Susana fuera determinante hacia el futuro “no me caso más”.

Por supuesto, el fin del matrimonio no fue el final del amor para Susana. Llegó, entonces, el amor romántico con Jorge “Corcho” Rodríguez.

Los años pasaron y Susana siguió allí, al frente de la cámara cada vez que sonaba La Passerella de 8 y 1/2, que Nino Rota había compuesto para la película de Federico Fellini. Por su living pasaron las grandes estrellas internacionales (de Sophia Loren a Ricky Martin, Antonio Banderas, Viggo Mortensen, Julio Iglesias, Roberto Gómez Bolaños, Verónica Castro, Luis Miguel, Michael Bublé, Plácido Domingo, Diego Maradona, entre otros). Impuso una manera de conducir en la que la frescura y naturalidad eran virtudes. Tan es así que el blooper del “dinosaurio vivo” despertó carcajadas y quedó incorporado al patrimonio colectivo.

Se instaló en Uruguay y allí, en su casa de Punta del Este atravesó la pandemia. Allí también se contagió de COVID y logró recuperarse después de días en los que temió morir.

Los días de internación quedarán como una de las experiencias más extremas de su vida pero, una vez recuperada, se tiró a la pileta y le cumplió el sueño del pibe a Martín Piroyansky, cuando aceptó formar parte de la serie Porno y helado, que se estrenó en Prime Video.

A mitad de este año, volvió al escenario con Piel de Judas, en su debut teatral uruguayo.

Eterna diva, Susana fue pionera en eso de correrse del foco y mostrarse al natural, con sus perros y entre sus plantas. Están quiénes la aman y aquellos que no, pero lo cierto es que para pocos pasó desapercibida esta diva que también se animó a gritar que, a fin de cuentas, detrás de todo, hay una mujer, que vivió, amó y sufrió como cualquier otra mujer.

Ping Pong con Susana

Susana es socia del ACA desde 2002.

¿Quién te enseñó a manejar? 

La verdad que no me acuerdo, creo que fue en Alta Gracia con mi Mamá.

 ¿Cuál fue tu primer auto? 

Fue un fitito colorado, un Fiat 600, que lo adoraba con toda mi alma, lo saludaba a la noche cuando lo dejaba en la calle, es el auto que más recuerdo porque fue el primero que tuve y no lo podía creer. En ese momento no todas las chicas de 21 años podían tener su auto.

 ¿Caja manual o automática? 

¡Automática, ni hablar! la comodidad es superior.

 Del 1 al 10, ¿qué calificación te pones para estacionar? 

9

 ¿Auto urbano o camioneta 4 x 4? 

Las dos cosas, según donde y para que lo uses, para la ciudad lo mejor es el auto, pero para el campo la camioneta, depende del lugar donde vivas también.

En materia de prevención de siniestros, ¿qué te parece que se debería considerar para evitar pérdidas de vidas?

Creo que hay que dar mayor impulso a la Educación vial, además últimamente que la gente está con problemas como preocupada, hay poca paciencia.

¿Cuál es el lugar más recóndito en el que manejaste? 

En África, pero finalmente no continué porque se maneja del lado derecho y me daba terror tener un accidente, o dar una vuelta y chocar con el que viene enfrente.  Tampoco me anime a hacerlo en China ni en Japón.

 ¿Siempre tanque lleno o te quedaste sin nafta a mitad de camino alguna vez? 

¡Jamás! siempre tanque lleno, no tolero que la gente se quede sin nafta. Le pasa más a los hombres que a las mujeres.

 ¿Te va mejor el volante o ser acompañante?

¡El volante, ni hablar! no soporto cuando me lleva alguien, no soy buen   copiloto.

¿Música o radio? 

La música de la radio.

 N de R: La señora Susana Giménez, socia del ACA desde hace 20 años, accedió amablemente a nuestro ping pong en horas previas a la realización de un viaje. Se destaca en ella su inmensa simpatía y transparencia por lo que se ha ganado el gran cariño de la gente.