Autoclub n° 250 La ciudad

Leyendas urbanas que se esconden en edificios de la ciudad

En la Ciudad de Buenos Aires hay leyendas urbanas con historias de amor, venganza y casas embrujadas que persisten en el tiempo en el imaginario popular, un repaso por tres relatos atrapantes.

Iglesia Santa Felicitas

En la calle Isabel La Católica 520, en el barrio de Barracas

Este templo fue construido en 1875 en honor a la triste historia de Felicitas Guerrero, una mujer hermosa y pudiente que, a los 15 años, fue obligada por su padre a casarse con Martín de Alzaga, un hombre que la doblaba en edad.

Tuvo dos hijos, uno nació sin vida y el otro murió de niño. A los 26 años, ya era viuda y estaba en el objetivo de la conquista de muchos atraídos por su belleza. Uno de ellos, Enrique De Ocampo, estaba obsesionado con Felicitas y, ante la negativa de ella de aceptarlo como esposo, la mató y luego se suicidó.

Los apasionados de la leyenda cuentan que, si el 30 de enero atas un pañuelo blanco en la reja de la iglesia y éste se humedece, son las lágrimas de Felicitas y simboliza que el amor te llegará y se quedará para siempre.

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Enrique De Ocampo, estaba obsesionado con Felicitas Guerrero y, ante la negativa de ella de aceptarlo como esposo, la mató y luego se suicidó.

La Casa de los Leones

En la Avenida Montes de Oca 140, en el barrio de Barracas

La mansión perteneció a Eustaquio Díaz Vélez, un hombre al que le fascinaban los leones. Tanto era así que hizo traer a tres de esos animales desde África para tenerlos como mascota.

La leyenda cuenta que el día del casamiento de su hija, uno de los leones escapó de su jaula y, en medio de los festejos, atacó y mató al novio. La joven sumida en una profunda tristeza terminó quitándose la vida al poco tiempo.

El padre, deprimido, vendió a los animales, pero mandó a construir las estatuas de los ejemplares que aún hoy se observan en la entrada de la casona.

Mientras tanto los apasionados de la leyenda, dicen que los fantasmas de los jóvenes novios permanecen en el lugar, penando por su injusta muerte.

Conocé la Casa de los Leones y otros lugares de Barracas en https://turismo.buenosaires.gob.ar/es/recorrido/barracas

La Casa de los Leones perteneció a Eustaquio Díaz Vélez. El día del casamiento de su hija, uno de sus leones escapó de su jaula y, en medio de los festejos, atacó y mató al novio. La joven sumida en una profunda tristeza terminó quitándose la vida al poco tiempo.

La Torre de los fantasmas

En la Avenida Pérez Galdos 390, en el barrio de La Boca

En 1908 María Luisa Auvert Aurnaud, una rica estanciera que por su ascendencia catalana encargó una construcción que tuviera la impronta de su tierra lejana, para lo que contrató al arquitecto Guillermo Álvarez, qué si bien era gallego, dio a su obra el sello arquitectónico del modernismo catalán, para decorarlo la propietaria ordenó traer de España plantas y muebles.

La señora Auvert lo disfrutó poco menos de un año; luego lo alquiló a varios artistas de la zona. Una de ellas se suicidó tirándose desde la torre. Desde entonces, rondan en el barrio historias de apariciones extrañas en el edificio y se popularizó como “la Torre del Fantasma”.

La versión de los apasionados de la leyenda cuenta, que la propietaria cuando importó los muebles y las plantas también llegaron al hogar duendes, que convirtieron la estadía en ese edificio en una verdadera pesadilla. A tal punto que la señora Auvert abandonó la casa y se recluyó en su estancia.

La torre más alta fue alquilada a una artista plástica llamada Clementina que lo convirtió en su atelier. Su trabajo era tan reconocido que una periodista llamada Eleonora, fue a hacerle una nota y tomó fotografías de sus obras. Se desconoce la relación de un hecho con otro, según “los apasionados” a partir de ese día se sucedieron hechos misteriosos y comenzaron a escucharse gritos de terror que venían del edificio. Finalmente, Clementina saltó al vacío desde lo alto de su torre, una tragedia sin explicación.

Cuando Eleonora reveló las fotos una imagen escalofriante apareció en una de ellas. En la foto del cuadro en el que estaba trabajando la pintora descubrió tres duendes que rodeaban la pintura.

La periodista entrevistó a María Luisa Auvert, quien le contó sobre las travesuras de los duendes. Poco importaron las explicaciones posteriores sobre hongos alucinógenos escondidos en las plantas traídas de Europa.

La leyenda se convirtió en una maldición para la propiedad, con inquilinos que huían espantados y pocos interesados en mudarse allí.

 

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La artista plástica Clementina saltó al vacío desde lo alto de su torre, una tragedia sin explicación.