Autoclub nº 247 Personaje ACA

Fernando Bravo: “La radio es el sonido de la vida”

Nació en San Pedro, dónde dio los primeros pasos de su carrera, en la propaladora del pueblo y en algunas transmisiones locales de automovilismo. A fines de los años ´60, se recibió de locutor en el ISER y pronto debutó en la pantalla de El 13. Pasó por casi todas las frecuencias y canales, fue parte de innumerables ciclos de éxito y se convirtió en uno de los referentes indiscutidos de la radio y la televisión, presente en transmisiones históricas como la de la primera emisión a color de la televisión argentina junto a Pinky, el 1 de mayo de 1980. Siempre vigente, dueño de un estilo inconfundible, miembro de la Academia Nacional de Periodismo desde 2021, Fernando Bravo es sinónimo de comunicación.

“Mi domicilio es el aire” dice Fernando Bravo, como una definición de una vocación que le dio más que una manera de ganarse la vida. La radio no es el trabajo de Fernando Bravo, es una filosofía de vida. Sin dudas, es “la voz de la radiofonía argentina” en el presente, como heredero directo de aquellos maestros que sembraron la tradición de la comunicación, con r Cacho Fontana y Antonio Carrizo a la cabeza y Héctor Larrea, en una segunda línea cronológica. Detrás de ellos, llegaron Julio Lagos, Juan Alberto Badía, Juan Alberto Mateyko y Graciela Mancuso y Fernando Bravo, que se convirtieron en tanto en continuadores como en renovadores del oficio. Debutó frente a cámaras el 6 de marzo de 1969 en La campana de cristal, emblemático programa de televisión producido por Nelly Raymond en el que un “dream team” de jóvenes, formado por Héctor Larrea, Julio Lagos, Norberto Longo y Leonardo Simons, continuaría el éxito del ciclo conducido por Fontana. Desde entonces, es custodia de la llama de la comunicación, que como la olímpica, no debe apagarse nunca, como la radio o la televisión.

Fernando Bravo nació en San Pedro, tierra de grandes locutores y periodistas (Foto: Juan Quiles)

Pero volvamos a su domicilio. Desde el 2 de febrero de 2009, la sintonía de Radio Continental, AM 590, es la casa de Fernando Bravo. Allí llegó al dejar Radio del Plata, tras 14 años, y comenzó con un programa que, a esta altura, ya tiene chapa de clásico: “Bravo.Continental”. El programa formaba con Alfredo Leuco, Omar Lavieri, Román Iucht, Andrea Estévez Mirson y esta redactora. A las 14, puntualmente, comenzó a sonar la cortina, que decía “Aquí está, aquí llegó, Fernando Bravo…” y se hizo la magia de la radio. De pronto, el estudio se desplegó el “show de la radio”, un deslumbrante juego de palabras, pases, risas, música, bajo la batuta de Fernando Bravo, intérprete y director de esa orquesta conformada por voces humanas.

Nacido en San Pedro, tierra de grandes locutores y periodistas como Lalo Mir, Estela Montes y César Mascetti. Aída y Armando, sus padres, lo llamaron Alberto Fernando Pochulu pero lo llamaban Tito. Resulta que Tito, graduado como Perito Mercantil, no quiso continuar el que sería el camino lógico, así fue que dejó los estudios de Ciencias Económicas y se decidió por la locución. Estaba listo para entrar por la puerta grande, pero antes de cruzar el umbral, Nelly Raymond, productora de La Campana de Cristal, le sugirió que adoptara un nombre artístico, modalidad muy habitual frecuente en esa época. Entonces, nació Fernando Bravo.

Así, el flamante animador Fernando Bravo puso primera y arrancó fuerte su carrera televisiva. Luego, pasó la segunda y definitiva prueba de los profesionales de los medios, por aquello de que “una vez que se llegó, lo difícil es mantenerse”. En ese tránsito por la pantalla chica, Bravo pasó por Alta tensión, Show Fantástico, A todo color, Fair play, El precio justo, 20 Mujeres (que condujo junto a Mónica Gutiérrez en ATC), Con Ustedes (junto a Néstor Ibarra en el antiguo Canal 13), entre otros. Todos fueron éxitos, pero hubo dos programas que dejaron huella: en los ’80, Mesa de Noticias, y una década después, Siglo XX Cambalache. El primero fue una bisagra en la propuesta televisiva de la primavera democrática, con la firma de Juan Carlos Mesa, protagonista y cerebro detrás de la comedia que, entre 1983 y 1988, mostraba el disparatado backstage de un noticiero, conducido por Fernando, el personaje interpretado por Fernando Bravo. En los ´90, fue el turno de Siglo XX Cambalache, el ciclo que repasaba hechos históricos y homenajeaba a figuras célebres y que tenía en la conducción a una pareja televisiva perfecta: Bravo junto a la periodista y modelo Teté Coustarot.

Bravo fue parte de esa generación de conductores que descolló en una época en que el minuto a minuto no era el cuco del presente, era apenas un dato más entre las consideraciones de los productores y programadores. Aunque nunca abandonó la pantalla, los últimos años del locutor fueron sinónimo de radio. Desde allí, se mantuvo comprometido con la realidad argentina, sin temor a expresar sus ideas y a defender la naturaleza misma de los medios de comunicación. Hoy, Fernando Bravo, deja el asiento del conductor y responde a la nota de tapa de la revista Autoclub.

Su vida trasncurrió entre estudios de radio y televisión (Foto: Juan Quiles)

-La vida te llevó a los estudios de radio y televisión, pero en tu San Pedro natal, tu papá soñaba con que te dedicaras a la venta de autos. Sos fierrero, tras una infancia cercana a los autos?
-Mi viejo fue un histórico vendedor de autos en San Pedro y de la zona. Seguramente quería que yo hiciera eso. De hecho, mi primer trabajo después de recibirme de Perito Mercantil fue en la concesionaria que él trabajaba en la sección repuestos, pero al poco tiempo me rebelé y lo dejé.

-Antes de decidirte el micrófono, hiciste teatro, cantaste, bailaste; claramente, lo tuyo no era la venta de autos. Después de tantas décadas de trabajo, recordas ¿cómo se definió en vos la vocación de locutor?
-Hice muchas actividades artísticas, creo que como un pasatiempo y también una búsqueda. Después de tantos años, creo que todo aquello me fue formando y quitando el miedo escénico para enfrentar un micrófono y también una cámara. La propaladora de la ciudad me dio la oportunidad y creo que ahí encontré la vocación.

La radio no es el trabajo de Fernando Bravo, es una filosofía de vida (Foto:Juan Quiles)

-Arrancaste por la puerta grande: nada menos que en La Campana de Cristal, reemplazando a Cacho Fontana. Acá, hago una pregunta doble: primero, cuál es el legado de Cacho en los medios. Por otro lado, en ese casting surgió tu nombre artístico, ¿imaginaste que nacía una suerte de hermano que te acompañaría toda la vida? 
-Cacho fue un revolucionario en la forma de hacer radio. Es muy difícil explicar los distintos elementos que él incorporó, pero la síntesis podría estar en El Fontana show, un programa con humor (participaban siete libretistas todos los días) y con una impronta periodística, que hasta ese momento no estaba presente en los programas de radio. La información solo estaba localizada en los servicios informativos o en algún programa solo periodístico. Es decir, Cacho nos enseñó que, más allá del entretenimiento, también podíamos trabajar otros ingredientes. Nos abrió un camino, instaló un formato de radio. A decir verdad, también Antonio Carrizo cultivo esa forma magistral de hacer radio. Somos herederos de esa generación. Con respecto al nombre, salió casi sin que yo lo pensara dos veces. Era tal la conmoción que, a dos meses de recibirme en el ISER debutara en la tele, que lo del nombre es una anécdota. Yo creo que igualmente Fernando Bravo es una etiqueta. Yo soy Alberto Fernando Pochulu.

-La profesión te dio muchas satisfacciones. ¿A qué ciclos volvés con más frecuencia en tus recuerdos?
-Tengo un cariño por todos, los que fueron éxito y también los fracasos. Todos fueron modelando mi personalidad. El programa de radio actual es el resumen de lo aprendido, pero creo que me recibí de conductor en mis años de Radio Rivadavia, dónde estaban Larrea, Carrizo, La oral del Gordo Muñoz, y yo, entre otros. Antes había trabajado en un programa histórico de la radio, La Gallina Verde, en Radio Belgrano que tenía columnistas como María Elena Walsh o Kive Staiff (el periodista, empresario y productor teatral argentino). Además, había hecho un programa de música en Continental de ¡5 horas! con mi amigo Victor Sueiro, Alta Tensión, que era la versión radial del programa de tele. En cuanto a la tv, en el podio esta Siglo XX. La gente aún hoy en la calle me habla de ese programa. Pero, sinceramente, soy un agradecido de todos los ciclos.

-Desde tu debut al presente, los medios se transformaron rotundamente. ¿Cuáles son los pro y los contra de esta nueva era de la comunicación?
-Yo creo que la transformación es más técnica que temática. La radio sigue siendo el sonido de la vida y la tele transita por dos andariveles: las noticias, en las señales alternativas, y la tele abierta, más dedicada al entretenimiento. Creo que esta bifurcación es saludable.

-A propósito de esa transformación, es imposible eludir el rol de los comunicadores en los tiempos más duros de la pandemia. ¿Cómo viviste ese tiempo inédito en la historia?     
-Creo que en ese tiempo los medios jugaron un rol muy importante. En lo personal hice un año y pico de radio desde mi casa y creo que eso me salvó del encierro que padeció mucha gente. Mi ritmo laboral no se interrumpió y el trabajo siempre es un ordenador de la vida.

-Argentina es un país de gran tradición radial en el mundo de habla hispana. ¿Por qué te parece que la radio aquí se convirtió en una columna de la comunicación?
-Por lo que dije antes. Es el sonido de la vida y la gente es el único medio que hereda. Cualquiera de nosotros desde chicos hemos tenido en casa una radio encendida y ese hábito es para toda la vida.

-Los tiempos cambiaron y hasta Clint Eastwood estrenó una película en la que los hombres lloran, “Cry Macho” pero vos lo hiciste primero. Si alguno todavía tiene dudas, ¿por qué está bueno para los hombres permitirse la emoción pública?
-Yo sucedo a una generación a la que no se le conocieron las emociones en la cámara o en el micrófono. Pero un buen día me pregunté por qué no soltar las emociones, sí era eso efectivamente lo que me sucedía. En 1984, hacía Veinte Mujeres y ese fue un punto de inflexión. Sucedían cosas que te podían sacar una lágrima y yo decidí no contenerlas. Creo que expresar las emociones es un rasgo de sinceridad y compromiso con lo que estás haciendo.

-Una de tus máximas en la radio dice que el programa se ríe cuando puede y se pone serio cuando hace falta. ¿Cuál fue el momento más gracioso que pasaste frente al micrófono y cuál fue la noticia más dura que tuviste que dar en vivo?
-Hay muchos momentos graciosos todos los días, pero el día que debuté en Radio Continental, llamé a un tipo equivocado, no era el entrevistado correcto y fue un momento gracioso para todos y difícil para mí. Anunciar la muerte del Negro Fontanarrosa fue un trance duro y compartir el anuncio de Bergoglio, elegido como Papa, fue muy emotivo.

Fernando Bravo: “La radio seguirá siendo el sonido de la vida” (Foto: Juan Quiles).

-Muchos les extendieron el certificado de defunción pero vos ¿cómo imaginás la radio y la televisión del futuro?
-Es muy difícil imaginar un futuro. Creo que desde lo técnico podemos esperar avances
impensados hoy. Desde lo temático los tiempos y las modas dirán lo suyo. La radio seguirá siendo el sonido de la vida y la tele con sus diferentes estilos el espectáculo en casa.

Un Ping Pong fierrero, cortito y al pie:

a) Al volante, radio o música?
Radio
b) Con el auto, sos obsesivo o relajado?
Obsesivo
c) Quién te enseñó a manejar?
Mi Papá
c) Le enseñaste a alguien a manejar?
A mi hijo Fernando
e) Auto manual o automático?
Automático
f) De todos los autos que tuviste, ¿cuál es el preferido?
Un Renault Dauphine que fue mi primer auto
g) ¿Hay algún modelo que deseaste tener y no llegaste a concretar?
No tengo deudas con mis gustos
h) ¿Manejar en BA es un placer o una tortura?
Una tortura
j) ¿Qué recomendación o idea sugerirías para contribuir en una mejor conducta vial?
Ser consciente de la importancia de manejar concentrado, sin distracciones y respetar las leyes.