Autos en la montaña
Autoclub nº 242 Competencia

Homenaje a la historia

El XVII Gran Premio Histórico del Automóvil Club Argentino.


Dicen que la pasión se renueva. En el deporte motor, la mantienen bien en alto las distintas generaciones de ídolos que surgen para satisfacer esa demanda de los hinchas. Sin embargo, a veces es bueno para el espíritu que esa pasión ponga marcha atrás en el túnel del tiempo y así rescatar momentos de gloria, reciclar sensaciones y reivindicar marcas y pilotos que llenaron una época fabulosa. Entre sus tantas funciones, tal vez sea ésta una más de las que, sin proponérselo, genera la magia del Gran Premio Histórico que anualmente organiza el Automóvil Club Argentino desde 2003.

La carrera de regularidad por excelencia va más allá de la competición. Porque al margen de su fin solidario (la entrega de cada tripulación participante de cinco kilos de alimentos no perecederos al cabo de cada etapa para ser distribuidos por Cáritas Argentina), está rodeada de numerosas singularidades. Una de ellas es recrear los Grandes Premios de TC y Turismo que hayan tenido lugar entre 1957 y 1975, con máquinas originales o réplicas de fabulosa concepción que despiertan la nostalgia de los memoriosos y asombran a las nuevas generaciones, que empiezan a sorprenderse al saber que esos coches surcaban caminos de tierra por varios días a velocidades impensadas.
Esta vez, a unos 200 metros del punto de partida frente a la Sede Central del ACA, se montó el parque cerrado que fue acompañado por una maravillosa muestra de históricas máquinas de nuestro deporte, como el Fiat 1500 con el que Carlos Reutemann competía en el Turismo en la década del 60, o un moderno Toyota Camry del Top Race V6, o el Torino 380W N° 1 de la Misión Argentina a las 84 horas de Nürburgring del 69, gesta de la que hace apenas unas semanas se celebraron las bodas de oro. También se exhibieron los coches del novedoso Desafío ECO, que apuesta a buscar soluciones para que la competición se sume a la lucha por un planeta con menos contaminación.

El sábado 14 de septiembre, bajo un cielo apacible y una temperatura acorde, cuando se le dio la señal de partida a la primera de las 115 máquinas, el De Carlo coupé N° 101 tripulado por Marcelo Pérez De Rosa y Francisco Suárez, una nueva aventura se ponía en marcha desde el emblemático edificio de la Avenida del Libertador. Una nueva… o la misma, según se mire. Porque la historia que comenzó hace más de tres lustros escribió un nuevo capítulo a través de 3062 kilómetros surcando las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, San Juan, San Luis y La Rioja para engrandecer su leyenda. La que sentenció al GPH como la prueba de regularidad más importante del año en nuestro país, en la que los regularistas se baten con los velocistas que debieron adaptarse a esta modalidad, todo en un clima de absoluta y permanente camaradería.

Autos en la calle
La largada.

El camino hacia Venado Tuerto comenzó a mostrar el entusiasmo de la gente al costado de las rutas, especialmente en Salto, Rojas y Wheelwright. Como buenas provincias “fierreras”, Santa Fe y Córdoba se aunaron en el fervor ante el paso de la caravana. En lo estrictamente deportivo, la lucha estaba planteada en apretadas marcas en los relojes. Y un auto emblemático, el Ford Falcon –en esta oportunidad, el de Néstor y Tomás Viegas–, marcó el ritmo en los kilómetros iniciales, cediéndole la posta a otro “clásico”: entre Villa General Belgrano y la capital sanjuanina, tras atravesar Mina Clavero, Villa de Soto y Chepes (La Rioja), dominó un Torino. Casi, como rindiéndole un tácito homenaje al medio siglo de aquella Misión, los tandilenses Oscar Peñalva y Juan Carlos Quiroga pusieron al “Toro” al frente de la clasificación luego del demandante parcial realizado en caminos de montaña. Zonas de hasta 2000 metros de altura sobre el nivel del mar y la belleza del Valle de Traslasierra fueron el preámbulo para otras postales testimoniales de la belleza argentina.

Solidaridad
La competencia solidaria junto a la gente de Cáritas

La tercera etapa, de 409 km con largada y llegada en San Juan, en el estadio Aldo Cantoni, con un paso por Jáchal (a través de la mítica Ruta 40), Rodeo, Iglesia y Las Flores, vio a los paraguayos Erland y Andy Rempel adelante de todos, a bordo de su potente y muy bien presentado Toyota Célica Gran Turismo de 1977. El cuarto parcial puso proa nuevamente hacia las Altas Cumbres, finalizando en Villa Carlos Paz, y quedó otra vez en poder del Falcon azul de los Viegas (tío y sobrino), en tanto que otro binomio extranjero, el de los uruguayos Daniel Wild y Adolfo Chelle, encontró el equilibrio exacto en el BMW 2002 modelo 70 y ello les valió que la etapa final los tuviera como ganadores a la hora de la llegada a la plaza principal de Venado Tuerto.

Entrega de copas
Los ganadores, Edgardo Vergagni y Víctor Sorrentino.

Insólitamente, sin haberse impuesto en un solo tramo, pero con una constancia elogiable para estar siempre expectante y sumar fuerte etapa tras etapa, el Peugeot 404 de 1977 con Edgardo Vergagni (oriundo de Adrogué) al volante y Víctor Sorrentino (hombre de Monte Grande) en los relojes y la hoja de ruta, obtuvo por primera vez la victoria absoluta en el GPH más luchado de los últimos años. Toda una proeza de los conductores del sur del Gran Buenos Aires, que se adaptaron a todos los terrenos con una ductilidad asombrosa, tal como lo demuestran los puestos 4°, 3°, 3°, 2° y 4° que consiguieron respectivamente en cada uno de los días de carrera.

Pasó así una nueva edición de la gran carrera, tan federal como la piden cientos de hermosos caminos, tan solidaria como lo requieren las urgencias de los que menos tienen, tan apasionante como lo corroboran las manos saludando a la vera de cada sendero y tan clásica que ya no necesita más presentación que sus tres iniciales. En definitiva, tan atrapante que a la hora de las celebraciones, todo el mundo pensaba ya en volver a transitarla el año venidero.

Recepción gubernamental y un recorrido inédito

Para marcar el relieve que tuvo esta edición del GPH, vale aclarar que en San Juan, el gobernador de esa provincia, el doctor Sergio Uñac, le ofreció una especial recepción a todo el parque integrante de la carrera y saludó uno a uno a los participantes en el nuevo salón del Centro Cívico. Justamente en suelo cuyano, la tercera etapa (San Juan-San Juan) resultó un tramo especial que recreó en parte la legendaria San Juan-Coquimbo de las viejas pruebas de Turismo, pasando por el Embalse de la Cuesta del Viento (entre Rodeo y Las Flores), a casi 2800 metros de altura, camino a Paso de las Aguas Negras, limite geográfico con Chile. Una zona que casi nadie conocía y que ayudó a que los protagonistas hayan calificado a este GP como el mejor de los 17 realizados hasta la fecha.
Entrega de premios
De izquierda a derecha: Oscar Otiñano, presidente del ACA San Juan; Sergio Uñac, gobernador de la provincia; Jorge Revello, vicepresidente 2° del ACA; y Jorge Chica, secretario de Deportes de la provincia.